Ofrendas
Camino del Wixárika
San Luis Potosí, 2018

Así, regresas del altiplano, despierto.

El desierto te recibe, una luz macerada en miel te ilumina. Vas a regresar, lo sabes. Los tuyos lo van caminar, como los niños en la cima, los tuyos un día van a regresar. Te da sentido, te ayuda a entender, lo que sabes que has aprendido, lo que te falta por aprender.

Así, escuchas el tambor. Das gracias por todos los que te han cuidado, por los que te han guiado. El señor del temazcal te dice que la medicina está en la tierra, que es un privilegio haber estado en este mundo. Miras el horizonte y el horizonte te trae la mañana. Esta tierra te recibe. Los guardianes retienen la esencia de lo pasado, saben la forma de lo todo futuro, esto te lo dice tu propio corazón. Sigues al cuidador de estas tierras, lo alcanzas en la milpa. Mira, te dice. El maíz brota sin agua, nace de tierra seca. Le dices, el señor del temazcal es un hombre sabio, es una pregunta pero no lo es al salir de tus labios.

En el círculo del temazcal, el copalito te levanta, el humo te cobija, tus lágrimas te refrescan. Es necesario renacer, te lo había dicho el guerrero, has caminado todo lo que has tenido que caminar, pero lo que buscas se encuentra adentro.

Al abuelo fuego, le pides por todos los que están y por todos los que no podrán estar. En la cima, caminas el camino del Wixárika, tocas la roca y lo que sientes es a tu mamá, aquí donde tú nunca has estado, aquí donde el altiplano rasa el horizonte. La brisa del elefante te acaricia, los Señores del Viento te susurran, la abuela árbol te llama. Ya has hecho el trabajo, pensaste que terminaría con tu cuerpo, pero así has aprendido.

Él es Dios, siempre lo has sabido, pero ahora, ahora lo entiendes.

Aho.

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